Chileno de Chile
En Chile

un libro de fotografías de
Fernando Orellana

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Chileno de Chile en Chile

Chileno de Chile en Chile

por René Dávila

Chileno de Chile en Chile es un libro de fotografías; está compuesto por algo más de cincuenta fotos en blanco y negro muy bien impresas y una introducción del pintor Guillermo Núñez.

Fernando Orellana viajó a Chile entre septiembre y octubre de 1984. Después de vivir en diferentes países se quedó en Francia, es decir, que cuando regresó a Chile habían pasado once años desde su partida. Este libro, entonces, es el testimonio de un fotógrafo que regresa a su país después de largos años y fotografía y nos muestra algo de lo que vio, lo que conoció, lo que le interesó, lo que lo conmovió, lo que le pareció divertido, algún recuerdo y mucha gente. En los agradecimientos Orellana dice que no puede nombrar, por numerosos, a cuantos le acogieron, ayudaron, explicaron y llevaron de un lado a otro; a pesar de que menciona algunos organismos, nosotros sabemos, como él, que es imposible mencionar a todos los protagonistas, presentes o no, de este libro.

Mirando estas fotografías podemos acercarnos a este Chile de los años 80 tan distinto, tan inquietante y a veces tan esquivo. Este libro es un desafío a la nostalgia, nos muestra tranquilamente un país que conocemos a medias, que sabemos que existe, que está allá, tan lejos, un país en el que pasan cosas todos los días, que vive su cuota diaria de dolores, luchas y alegrías. La gente nos mira desde esas fotos sin intentar decirnos nada especial, nada muy complicado, quizás en ellos descubrimos una mirada dirigida al fotógrafo que nos la transmite junto con la suya; esas imágenes son, al final, un encuentro del cual podemos participar.

Quien quiere decirnos algo, tampoco muy complicado, es el autor. Nos muestra sus apuntes de viaje, las anotaciones de un viaje personal que es para tantos chilenos, de allá y de acá, un viaje necesario. Esta guía para chilenos nos sirve para encontrarnos con fragmentos y anticipos de nuestros viajes.

Parece extraño hablar de un libro de fotografía sin hablar de las imágenes, sin describirlas y comentarlas; pero no se trata de hacer crítica fotográfica. Las fotos están bien, incluso muy bien... pero de lo que quisiéramos hablar es de otras cosas, por ejemplo de lo que significan libros como éste y para qué sirven.

Es un tema amplio, tiene que ver con ese millón de chilenos que de una u otra manera van viviendo en cualquier parte del mundo, con esos diez millones que viven allá y con los contactos constantes, y a veces ambiguos entre todo este país repartido que se ha ido estructurando con los años.

Este es un libro útil, digo yo, porque estas imágenes completan nuestro equipaje, que sin ellas sería un poco más incompleto.

O sea, que uno anda por el mundo con pedazos, fragmentos, muestras... En cada casa chilena uno se encuentra con parte de un inventario fantástico, que alguien recopilará algún día, de objetos y recuerdos. Primero que todo están las efigies de Allende, las de Neruda y/o Víctor Jara, distintas tarjetas postales con vistas variadas: un hermoso lago del Sur, una panorámica de Valparaíso, un rodeo. Después vienen los objetos: caracoles, piedras, cachos, artesanía de mimbre, greda... y aparte del inevitable banderín del Colo-Colo y los ajados ejemplares de Condorito, están los afiches, una que otra rareza de "los tiempos de la Unidad Popular" y múltiples, diferentes, políglotas afiches de solidaridad.

... Podríamos seguir interminablemente. Quien vive la insoslayable condición de extranjero piensa en el país de la infancia y busca incansablemente las claves para entender esta vida posible, inevitable, pero siempre vivida; de cualquier manera, es cierto, pero vivida.

Una vez, en Berlín, cuando llevaba unos años dedicado a este ejercicio solitario de desentrañar los muros chilenos, vi uno de esos letreros con el recorrido que los choferes ponen en la parte delantera de los microbuses, las liebres, que le llaman. Era una liebre Cerrillos-Manuel Montt, que era la que cada día tomaba en esos años la dueña de casa. No pregunté entonces cómo había llegado ese pedazo de liebre santiaguina a un departamento de Berlín, pero me puse a pensar en esos objetos múltiples, algo inusitados muchas veces, que uno encuentra en cada casa chilena de las tantas que hay en tantas partes; pensaba en esos encargados o traídos de regalos por alquien de allá... y de ahí a pensar en nostalgia hay un corto paso paso... Lo que me interesa es pensar en la necesidad, en la función que esos objetos cumplen formando parte insustituible de la vida de la gente.

Para volver al libro de Fernando Orellana, yo digo que debería formar parte de ese equipaje mínimo del chileno, provisorio o no. Sea como sea, tenemos este viaje de Fernando, estas imágenes que miramos con atención de maníacos en busca de tanta cosa: explicaciones, recuerdos,verificaciones, pistas. Este libro, como los viajes, nos permite esa mirada acuciosa y penetrante, gracias, en este caso, a otra mirada intensa y profunda.

 

René Dávila, París, 1987

Revista Araucaria de Chile N° 38, Madrid, España.




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Chileno de Chile en Chile, de Fernando Orellana
Ediciones Michay. Madrid, España / Mayo de 1985
bogavante - Fernando Orellana
ISBN: 85594-13-4

© Fernando Orellana - 1985
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